Esa fracción de segundo, en la que una cabeza gira hacia allí, y otra, más de lejos, girá hacia allá; el iris de él recorre el paisaje como una cámara en modo panorámico, el iris de ella también recorre el paisaje como una cámara en modo panorámico. Pero en una galaxia vecina, unos cuantos planetas de colores bonitos se alinean. Las pupilas chocan con abrupta elegancia. Los engranajes del Universo terminan de dar una vuelta.
Cualquiera se atrevería a tildar este curioso ritual, de intrascendencia, ñoñería, cosa de niños o de "gente que se hace la que piensa demasiado". Declaro esta forma de pensar: insolente. Bello debe de ser andar flotando por ahí, como una esencia etérea, y adentrar en las cabecitas de los protagonistas de esta especie de corto cinematográfico.Si fuese posible pausar el momento en el que las miradas se rozan, podría dibujarse a la perfección una línea, recta y punteada, que junte las manitas de dichas pupilas.
Una pequeñísima pero a la vez contundente descarga eléctrica, como la de una picana (esas para dar "toques") a punto de romperse, recorre ambos cuerpos. Los corazones se atragantan y tosen con vergüenza. Las manitas se desprenden, las pupilas siguen su camino, aligeran el paso ahorrándose la sutileza. Una hacia allí, la otra hacia allá.
¿Se habrá dado cuenta? Piensa él.
¿Se habrá dado cuenta? Piensa ella.
Avergonzado y avergonzada son ahora cómplices, uno del otro. Acordaron silenciar sus pensamientos. El paralelismo de éstos es proporcional a la distancia de sus cuerpos. Que si no fue muy obvio, y qué estupidez, debe de pensar que le tengo terribles ganas, y qué terrible, y qué lindo corte de pelo tiene.
Él se tropieza con una baldosa rota, ella casi se lleva una vieja por delante. A él le sudan un poco las manos, ella está coloradísima.
Los protagonistas del corto cinematográfico unen sus muñecas por una seda invisible. El hilo se tensa cuando uno invade la mente del otro, y se forma un nudo cuando se repite el ritual del cruce de miradas.
Algún día de estos, el hilo se cortará. Apenas hará plap, y las muñecas estarán libres. No habrá línea que forme puente de pupila a pupila. Siguen su camino, como si nada.
Y los planetas de colores bonitos también.
A veces, todo es muy poco.
El hilo se cortara sobre mi incinerado cadaver. Si no se puede confiar en que un sentimiento como ese dure lo unico que queda es abrazar a la muerte y su eterno consuelo.
ResponderEliminarPorqué cada tanto leo estas entradas y me vienen otra vez esas ganas insoportables de elogiar hasta el hartazgo, de endiosarte, de leer y releer cada frase, cada pensamiento..ya casi estoy a punto de dejar mi visión imparcial y convertirme simplemente en otro prosélito de tus escritos... más de lo que era
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