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...Voilá, empápese en odio.

martes, 28 de diciembre de 2010
jueves, 16 de diciembre de 2010
"Este planeta es un rompecabezas"
No encontré la viñeta por ningún blog.
A lo mejor, pensé, tiene más sentimiento (¿sentimiento?) si le saco una foto.
Me encantan esos libros.
A lo mejor, pensé, tiene más sentimiento (¿sentimiento?) si le saco una foto.
Me encantan esos libros.
martes, 14 de diciembre de 2010
¿Fú?
Ese punto auge del pateticismo, en el que las cosas pasan, y uno no está seguro de lo que siente, si duele, o si resbala. Piña al mentón, caigo hacia la derecha cual árbol de tronco cuajado, crash, paf, un zafarrancho en toda la losa, un trapo de piso sin lampazo, sucio y ultrajado; mientras la dignidad se quiebra como un espejo, transformándose cada uno de los miles de cristales en un cachorrito de Beagle, creando entonces un panorama lleno de perritos correteando despavoridos en todas las direcciones; a piel carmesí y rostro congestionado por la vergüenza, el ultraje y... qué va, por la situación en general de encontrarme tan vulnerable como una mulita a punto de ser rematada, que cierra las patitas a modo de súplica, admito no saber si tengo ganas de ahogarme en una catarata de lágrimas y mocos, o acaso consumirme en la hoguera del dolor de una mandíbula rota, o, por otro lado, mirar pasar las nubes en el cielo encapotado como si me recuperase de una larga y agobiante jornada en una fábrica de explotación de niños vietnamitas, resoplar, cerrar los ojos inyectándome de odio y sepultarme en mi tan confortable y seguro, mundo de mentiras y resentimientos.
lunes, 6 de diciembre de 2010
Boo.

Esa campera te queda para el orto, y además, tenés que cortarte ese pelo urgentemente.
Te escuché hablar y no me sonaste tan inteligente como antes.
Me irrita la monotonía de tu voz y parece que sólo abrís la boca para decir irrelevancias que ni siquiera merecen ser contestadas con sarcasmo.
Te veo escribir en todos lados y no me muero por saber de qué estás hablando.
Te comiste varios tildes y usás emoticonos demasiado pelotudos.
Te vi, te vi y no sos un ser superior de rasgos armónicamente perfectos y cabellera resplandeciente y majestuosa, luciendo una aureola destellante y celestial sobre la cabeza. El cuarteto de arpas que sonaba a tu pasar se fue a la mierda, ahora más bien suena en off el ruido de "fail" que usan en los concursos de preguntas y respuestas, *EEEEK*, entre abucheos y burlas.
¿Sabés qué?
Rajá de acá antes de que te cague a tiros.
domingo, 5 de diciembre de 2010
Te invito a mi cumple de 15.
Odio los exteriores, los cumpleaños de 15, la edad de los 15 en general.
"MIS EXTERIORES" se titulaba el álbum. ¿Qué era? Doce o trece infantas haciendo de cuentas que son la amistad y los buenos valores personificados, posando como modelos argentinas (de esas bien terrajas) en plazas, un jardín botánico, y otra zarta de lugares que chorreaban grasa no per se, si no por la forma en la que se los utilizaba como escenarios.
Para citar la situación típica: foto de un salto. Me imagino a los fotógrafos, coléricos, con la vena de la sien a punto de reventar por el estrés que debe de causarles el intentar hacer que esa panda de malnacidas se comporten debidamente, mientras las risitas y chillidos les perforan los tímpanos y les funde el cerebelo, oh, pobres infelices (¿por qué no se dedican a fotografiar edificios? ¿Viejos sentados en los banquitos de la Ciudad Vieja? ¿Un perro al lomo de un caballo? Mucho más agradable y menos insalubre). Pero bueno, gente. ¿Qué se creen que son? No, no, no son High School Musical, principalmente porque antes de estos nabos estaban los Beatles.
Ejemplo:
* Y si es así, las odio a todas, y oraré para que les llueva los sábados.
"MIS EXTERIORES" se titulaba el álbum. ¿Qué era? Doce o trece infantas haciendo de cuentas que son la amistad y los buenos valores personificados, posando como modelos argentinas (de esas bien terrajas) en plazas, un jardín botánico, y otra zarta de lugares que chorreaban grasa no per se, si no por la forma en la que se los utilizaba como escenarios.
Para citar la situación típica: foto de un salto. Me imagino a los fotógrafos, coléricos, con la vena de la sien a punto de reventar por el estrés que debe de causarles el intentar hacer que esa panda de malnacidas se comporten debidamente, mientras las risitas y chillidos les perforan los tímpanos y les funde el cerebelo, oh, pobres infelices (¿por qué no se dedican a fotografiar edificios? ¿Viejos sentados en los banquitos de la Ciudad Vieja? ¿Un perro al lomo de un caballo? Mucho más agradable y menos insalubre). Pero bueno, gente. ¿Qué se creen que son? No, no, no son High School Musical, principalmente porque antes de estos nabos estaban los Beatles.
Ejemplo:
Me encanta la infeliz de la izquierda que escondió accidentalmente los morros entre las plantas.
Ah, y atenti al hiposaurio emoide de la derecha diciendo "¡ARR! ¡COMIDA!".
En fin, ¿qué significa esta trocha de anormalidad? ¿Realmente puede uno llegar a sentirse realizado al ver fotos del propio cumpleaños de 15, plagiadas de otros cumpleaños de 15, que a su vez también fueron plagios de muchos otros cumpleaños de 15? No entiendo. No son felices entre ustedes, chicas, dejen de fingir para las cámaras, dejen de intentar dar una imagen de hermosa amistad y amor entre pares porque no es así y ojalá nunca lo sea *
La gordita de naranja de seguro envidia las piernas de la rubia. El hiposaurio emoide debe de pensar que la planchuzca a su derecha es un asco, la cual, a su vez, está convencidísima de que la boliviana de rosado en pleno capoeira tiene un novio descomunalmente buen mozo y no se lo merece porque es enana, la misma, figuró en los exteriores porque le encantaría irse de trampa con el maricón de blanco, y no porque se banque a la cumplañera. Es más, la odia y piensa cagarle las fotos haciendo caras horribles.
* Y si es así, las odio a todas, y oraré para que les llueva los sábados.
jueves, 25 de noviembre de 2010
Me ha pasado.
¡Ah! ¡Ahí llegás, ahí estás! Rebobinaría y te vería mil y un millón de veces cruzando la calle y caminando hacia mí, hacia el punto de encuentro que acordamos con tanto esmero. Es tiernísimo. No corro a saludarte porque disfruto viéndote de lejos haciéndote cada vez más grande, estando cada vez más cerca sin prisa alguna. Sí, sos vos, reconozco tu caminar, pasito de pato, moviendo los hombros, derecha, izquierda, derecha izquierda, plic, plac. ¡Por fin! No quería esperarte más tiem- ah, no, esperá. Esperá, esperá. No eras vos. No eras vos, no, era una señora con ruleros. Qué vergüenza haber sentido ternura por esa vieja caracúlica.
¿Qué pasó? ¿No era ésta la esquina en la que acordamos encontrarnos a las... qué hora es? Eh, sí, las 7 de la tarde. Ya deberías de haber llegado. ¿Habré sido yo la que se equivocó? A lo mejor entendí mal. O mi reloj está adelantado... o atrasado... no, no. Si cuando salí de casa estaban pasando el noticiero de las 6... no puede ser. ¡Dios! Dale, apurate. Se va a hacer tarde y yo acá, esperándote como una prostituta espera a sus clientes. Un mensaje de texto... hmm... no, mejor te llamo. Ahí, llama. Tuuuut...tuuuuuuuut.... ¡No! Me comiste la llamada, hijo de puta. Bueno, a ver. Dale, dale, sí, sí, la señal, blah blah... Ehm, sí. Bueno, soy yo. Te estoy esperando, cuándo llegás? Me desespero. Ok.
Tal vez me da tiempo para ir a ese almacén y comprar una caja de cigarros... pero, no, no. No, mejor no. Ya fumé una hoy, no da para más. Me fumo el último ahora y después cuando llegues compramos una a medias.
Mmh... ahí viene alguien, una sombra... mhm... no, no, tampoco. Se parece, pero no.
Fah, mirá la panda de malvivientes que viene ahí en frente... estos seguro gritan algo... eh?! La puta que los parió, todos, todos putos. Gata tu hermana, bagarto. Ojalá estuvieses para dispararles con alguno de tus comentarios ingeniosos y que rajen calladitos la boca. Sos tan inteligente, che. Por eso me gustás. Y sí, si no, jamás saldría con vos. Pero puta madre, cómo me molesta que tengas tanto poder sobre mí. Me encantaría saber si te percatás de lo poco que me siento al lado tuyo. Y sí, para vos todo el mundo es inferior. No voy a ser la excepción, verdad?
Bueno. En fin. Me impaciento, loco! Son 7 y 20 ya. Y 22 en realidad. Apurate. En serio, me preocupo.
Ya me angustié. Ya se me cagó la noche, y yo que le metí onda, eh? Me había comprado esta... esta remera de mierda... para qué. Ta, si no llegaste ahora no vas a llegar nunca. A las 7 dijiste. En frente al almacén verde. Es acá. ¿Dónde más? Ya se me corrió el maquillaje. Parezco una prostituta a las 5 de la mañana, la puta madre. Basta. Si me siento en el cordón me despanchurrará el pie algún taxi que pase a los pedos? Pff, qué me importa. Ahh.... Me parece que no vas a llegar. No. Se aglomera mucha gente en el otro lado de la esquina. ¿Qué habrá pasado? Yo no escuché nada, a lo mejor chocó algún auto... tiene toda la pinta. Hay algo en el suelo, ojalá sea la vieja caracúlica, toda mutilada. Por forra. Si fue un choque, nunca me hubiese enterado. La música está al mango. Parece un cuento che, de esos en los que la chica protagonista espera ansiosa a su novio, y éste muere atropellado por un camión justo antes de cruzar la calle, frente a sus ojos. Espero realmente que ese accidente no tenga nada que ver con vos. Espero, espero.
¿Qué pasó? ¿No era ésta la esquina en la que acordamos encontrarnos a las... qué hora es? Eh, sí, las 7 de la tarde. Ya deberías de haber llegado. ¿Habré sido yo la que se equivocó? A lo mejor entendí mal. O mi reloj está adelantado... o atrasado... no, no. Si cuando salí de casa estaban pasando el noticiero de las 6... no puede ser. ¡Dios! Dale, apurate. Se va a hacer tarde y yo acá, esperándote como una prostituta espera a sus clientes. Un mensaje de texto... hmm... no, mejor te llamo. Ahí, llama. Tuuuut...tuuuuuuuut.... ¡No! Me comiste la llamada, hijo de puta. Bueno, a ver. Dale, dale, sí, sí, la señal, blah blah... Ehm, sí. Bueno, soy yo. Te estoy esperando, cuándo llegás? Me desespero. Ok.
Tal vez me da tiempo para ir a ese almacén y comprar una caja de cigarros... pero, no, no. No, mejor no. Ya fumé una hoy, no da para más. Me fumo el último ahora y después cuando llegues compramos una a medias.
Mmh... ahí viene alguien, una sombra... mhm... no, no, tampoco. Se parece, pero no.
Fah, mirá la panda de malvivientes que viene ahí en frente... estos seguro gritan algo... eh?! La puta que los parió, todos, todos putos. Gata tu hermana, bagarto. Ojalá estuvieses para dispararles con alguno de tus comentarios ingeniosos y que rajen calladitos la boca. Sos tan inteligente, che. Por eso me gustás. Y sí, si no, jamás saldría con vos. Pero puta madre, cómo me molesta que tengas tanto poder sobre mí. Me encantaría saber si te percatás de lo poco que me siento al lado tuyo. Y sí, para vos todo el mundo es inferior. No voy a ser la excepción, verdad?
Bueno. En fin. Me impaciento, loco! Son 7 y 20 ya. Y 22 en realidad. Apurate. En serio, me preocupo.
Ya me angustié. Ya se me cagó la noche, y yo que le metí onda, eh? Me había comprado esta... esta remera de mierda... para qué. Ta, si no llegaste ahora no vas a llegar nunca. A las 7 dijiste. En frente al almacén verde. Es acá. ¿Dónde más? Ya se me corrió el maquillaje. Parezco una prostituta a las 5 de la mañana, la puta madre. Basta. Si me siento en el cordón me despanchurrará el pie algún taxi que pase a los pedos? Pff, qué me importa. Ahh.... Me parece que no vas a llegar. No. Se aglomera mucha gente en el otro lado de la esquina. ¿Qué habrá pasado? Yo no escuché nada, a lo mejor chocó algún auto... tiene toda la pinta. Hay algo en el suelo, ojalá sea la vieja caracúlica, toda mutilada. Por forra. Si fue un choque, nunca me hubiese enterado. La música está al mango. Parece un cuento che, de esos en los que la chica protagonista espera ansiosa a su novio, y éste muere atropellado por un camión justo antes de cruzar la calle, frente a sus ojos. Espero realmente que ese accidente no tenga nada que ver con vos. Espero, espero.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Hah!
¡Que incineres a tu perro accidentalmente y que la culpa te corroa por el resto de tu vida!
¡Que te laves los dientes y los veas caer uno a uno como aves acribilladas a balazos!
¡Que tu iris se derrita y se deslice por tu cara en plena cita romántica!
¡Que tu computadora te muestre la pantalla azul cada quince minutos y tengas que reiniciarla!
¡Que todas las noches tengas pesadillas en las que seas víctima de humillación y mofa!
¡Que sientas comezón en todo tu cuerpo y que ésta no cese al rascarte!
¡Que tu uña del dedo meñique sea arrancada con una llave de tuercas!
¡Que te enamores de una persona distinta cada dos segundos!
¡Que todas tus cuentas de MSN se cierren por arte de birlibirloque!
¡Que tu pelo nunca agarre el color del que lo tiñas!
¡Que se te transforme en un impulso irrefrenable el gritar obscenidades al besar una mujer!
¡Que todos tus championes te formen ampollas!
¡Que te agarres una contractura permanente en el cuello que te impida moverlo sin empaparte en dolor!
¡Que siempre tengas mucosidades balanceándose desde tus narinas!
¡Que tu aliento recree la pestilencia de un cuerpo en plena descomposición cada vez que abras la boca!
¡Que te salgan dos, tres, cinco y ocho granos en la puerta de tus fosas nasales!
¡Que tus ojos se oscurezcan y siempre apunten en direcciones oblicuas!
¡Badulaque!
(Inspirado en el capo máximo de Liniers, en su personaje El Insultador, to be accurate)
¡Que te laves los dientes y los veas caer uno a uno como aves acribilladas a balazos!
¡Que tu iris se derrita y se deslice por tu cara en plena cita romántica!
¡Que tu computadora te muestre la pantalla azul cada quince minutos y tengas que reiniciarla!
¡Que todas las noches tengas pesadillas en las que seas víctima de humillación y mofa!
¡Que sientas comezón en todo tu cuerpo y que ésta no cese al rascarte!
¡Que tu uña del dedo meñique sea arrancada con una llave de tuercas!
¡Que te enamores de una persona distinta cada dos segundos!
¡Que todas tus cuentas de MSN se cierren por arte de birlibirloque!
¡Que tu pelo nunca agarre el color del que lo tiñas!
¡Que se te transforme en un impulso irrefrenable el gritar obscenidades al besar una mujer!

¡Que te agarres una contractura permanente en el cuello que te impida moverlo sin empaparte en dolor!
¡Que siempre tengas mucosidades balanceándose desde tus narinas!
¡Que tu aliento recree la pestilencia de un cuerpo en plena descomposición cada vez que abras la boca!
¡Que te salgan dos, tres, cinco y ocho granos en la puerta de tus fosas nasales!
¡Que tus ojos se oscurezcan y siempre apunten en direcciones oblicuas!
¡Badulaque!
(Inspirado en el capo máximo de Liniers, en su personaje El Insultador, to be accurate)
jueves, 18 de noviembre de 2010
Eso.
Paso a explicarte.
Imaginate un niño en la playa. Este niño, inocente e inexperta criatura, se pone a construír valiéndose de una zarta de herramientas de juguete, un castillo de arena, poniendo todo el énfasis y cuidado del mundo para que éste luzca lo mejor posible.
El niño, a medida que la meticulosa construcción avanza, imagina que el castillo es real, que se trata de un gigantesco castillo de las épocas medievales, como los de Age of Empires, o Stronghold. Reyes, princesas, guardias, súbditos. Largos pasillos, salas de banquetes, empalizadas. El castillo perfecto, el castillo soñado.
Pero, en el fondo, en lo más profundo de sus pequeñas entrañas, el niño sabe que aquel no será un castillo de verdad, no será un castillo perfecto, ni soñado. Bien sabe, que sólo es un mediocre y poco fiel castillo de arena que será demolido por el viento o las violentas olas en pocas horas.
A pesar de todo, el niño continúa, dándole la espalda a la realidad y refugiándose en la imagen que su imaginación le ofrece.
Muros de ladrillo, torreones, puentes, fosas.
El niño hace un mal movimiento con la pala de plástico y tira abajo una torre. La arena se desparrama en zafarrancho, no hay más torre. El niño moquea, patalea y llora. Intenta desesperadamente reparar el daño, pero apurándose al recoger la arena escurrida sobre el torreón destruído, mete la pata y rompe el muro adyacente al mismo, haciendo un enchastre aún más grande.
En pleno tantrum, el niño se incorpora y hace trizas a patadas el resto del castillo. Intenta costruír uno nuevo sobre la arena removida, pero obviamente, fracasa estrepitosamente. Se le sugiere que comience a construír otro castillo más grande y lindo en otro lugar, en otro lugar con mejor arena, pero no. El niño quiere el castillo sobre la arena removida. Moquea, patalea y llora.
Digamos que ésto fue lo que me pasó, pero, ehm, en otro contexto.
¿Capicci?
Imaginate un niño en la playa. Este niño, inocente e inexperta criatura, se pone a construír valiéndose de una zarta de herramientas de juguete, un castillo de arena, poniendo todo el énfasis y cuidado del mundo para que éste luzca lo mejor posible.
El niño, a medida que la meticulosa construcción avanza, imagina que el castillo es real, que se trata de un gigantesco castillo de las épocas medievales, como los de Age of Empires, o Stronghold. Reyes, princesas, guardias, súbditos. Largos pasillos, salas de banquetes, empalizadas. El castillo perfecto, el castillo soñado.
Pero, en el fondo, en lo más profundo de sus pequeñas entrañas, el niño sabe que aquel no será un castillo de verdad, no será un castillo perfecto, ni soñado. Bien sabe, que sólo es un mediocre y poco fiel castillo de arena que será demolido por el viento o las violentas olas en pocas horas.
A pesar de todo, el niño continúa, dándole la espalda a la realidad y refugiándose en la imagen que su imaginación le ofrece.
Muros de ladrillo, torreones, puentes, fosas.
El niño hace un mal movimiento con la pala de plástico y tira abajo una torre. La arena se desparrama en zafarrancho, no hay más torre. El niño moquea, patalea y llora. Intenta desesperadamente reparar el daño, pero apurándose al recoger la arena escurrida sobre el torreón destruído, mete la pata y rompe el muro adyacente al mismo, haciendo un enchastre aún más grande.
En pleno tantrum, el niño se incorpora y hace trizas a patadas el resto del castillo. Intenta costruír uno nuevo sobre la arena removida, pero obviamente, fracasa estrepitosamente. Se le sugiere que comience a construír otro castillo más grande y lindo en otro lugar, en otro lugar con mejor arena, pero no. El niño quiere el castillo sobre la arena removida. Moquea, patalea y llora.
Digamos que ésto fue lo que me pasó, pero, ehm, en otro contexto.
¿Capicci?
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Tururu, ru, tun tun, tun, tun tun ♪
Ante la imposibilidad absoluta de escribir nada ligeramente coherente, me limitaré a dejar imágenes de en lo que, misteriosamente, estuve invirtiendo mi tiempo, nervios, y corazón estos últimos días:

Sí, ésta es la razón por la cual no te contesto el MSN.
En otras noticias, esa mujer me enferma cada día más. Mátenla, péguenle, díganle que la "s" en las palabras no suena como "sh". Cuando me la cruce por ahí voy a expresarle mi profundo odio pegándole un chicle en el pelo, o haciéndole una zancadilla. Ah, no. No sé hacer zancadillas (ésta es la parte en la que aparece una mano gigante y me pone en la frente un sello rojo de "Pan Triste").
martes, 16 de noviembre de 2010
Focas, focas, focas, focas, focas.
Cuando apagás la luz a las 3 de la mañana, todos los ruidos explotan y hacen un eco terrible.
AL IGUAL QUE TU AUSENCIA, QUE HIERE Y ARDE EN LA OSCURIDAD PROFUNDA DE MI EXISTENCIA.
No, mentira. Estoy embromando. Quería ver qué se sentía escribir una de esas frases pseudopoéticas emo.
Y las voces en mi cabeza me repiten "foca foca foca foca foca foca foca foca".
¿Sabés qué odio?
Odio hacer una siesta y despertarme a cada rato con miedo a que se me haga tarde, y mirar a cada instante el reloj del celular, dormir unos minutos más, volver a despertarme, tener miedo de que se me pase la hora, mirar el reloj del celular, dormir unos minutos más... y así se repite la secuencia hasta la infinidad del tiempo, como una espiral de espejos (eso no tuvo sentido).
Odio usar el baño ajeno, por más que explorarlos equivalga a una expedición en una galaxia desconocida salpicada de estrellas de colores (pudiendo uno entretenerse leyendo las instrucciones de uso de los tampones escondidos atrás del frasco de cepillos de dientes, o haciendo buches con muchos enjuagues bucales de distintos sabores), es terrible volver a encontrarse con el dueño de la casa, luego de haber pasado media hora encerrado como si de la peor diarrea del mundo se tratase.
Odio a esta gente:
AL IGUAL QUE TU AUSENCIA, QUE HIERE Y ARDE EN LA OSCURIDAD PROFUNDA DE MI EXISTENCIA.
No, mentira. Estoy embromando. Quería ver qué se sentía escribir una de esas frases pseudopoéticas emo.
Y las voces en mi cabeza me repiten "foca foca foca foca foca foca foca foca".
¿Sabés qué odio?
Odio hacer una siesta y despertarme a cada rato con miedo a que se me haga tarde, y mirar a cada instante el reloj del celular, dormir unos minutos más, volver a despertarme, tener miedo de que se me pase la hora, mirar el reloj del celular, dormir unos minutos más... y así se repite la secuencia hasta la infinidad del tiempo, como una espiral de espejos (eso no tuvo sentido).
Odio usar el baño ajeno, por más que explorarlos equivalga a una expedición en una galaxia desconocida salpicada de estrellas de colores (pudiendo uno entretenerse leyendo las instrucciones de uso de los tampones escondidos atrás del frasco de cepillos de dientes, o haciendo buches con muchos enjuagues bucales de distintos sabores), es terrible volver a encontrarse con el dueño de la casa, luego de haber pasado media hora encerrado como si de la peor diarrea del mundo se tratase.
Odio a esta gente:
Me ahorro los comentarios.
Odio esa decisión de si fumar el último cigarro a la ida o a la vuelta.
Odio escribir estas barrabasadas.
Terminé.
lunes, 8 de noviembre de 2010
domingo, 7 de noviembre de 2010
A Teresita
¡No me vea, Teresita, que me humilla esta pobreza!
Pecado considero enturbiarla a usted, jovencita, perfecta como de la realeza
No al hablar de pobreza me refiero a los harapos que llevo colgando
Ni tampoco a la miseria en la cual esta existencia mía me encuentro criando
Por pobreza englobo, si se lo pregunta, desdichas más profundas
Como es el tener por sentimientos no más que esencias moribundas
¿Se imagina, Teresita, abrirse el corazón y que emane la nada a borbotones?
Debe usted saber, que equivale a morir en vida, el vivir sin emociones
Quisiera escribirle a usted un poema
Pero Teresita, no tengo pluma
Quisiera relatarle a usted una romántica lectura
Pero Teresita, no tengo cultura
¡No me juzgue Teresita, me aterra su veredicto!
Relléname este vacío admirarla con la mandíbula en alto como un insecto
Rodilla en guijarro, le imploro que ignore mi patetismo
Si llegase a compararme a mí con su esplendor, me arrojaría sin más al abismo
Prefiero al pie de un acantilado el cuello quebrarme
Sería incluso capaz de a las fauces de una fiera lanzarme
En lugar de a usted Teresita, incomodidad alguna causarle
La insustancialidad de esta vida, sitio en esa pura mente jamás debe ocuparle
Quisiera inmortalizarla a usted en mil esculturas
Pero Teresita, no tengo ni cincel para hacer abolladuras
Quisiera dedicarle palabras dulces como la miel
Pero Teresita, no tengo en boca más que lamentos de hiel
¡Basta Teresita, deje de mirarme!
Comprenda que fútil como escarbar el desierto es el analizarme
Córteme en dos y percátese de esta repulsiva aberración
¡En lugar de sentimientos, sangraré no más que obsesión!
Teresita, Teresita, quisiera ser capaz de hacerla a usted feliz
Pero ya sabe, soy no más que una hierba mala en su vida, que pronto arrancará de raíz.
(Por las dudas, no es una entrada en serio)
viernes, 5 de noviembre de 2010
Esas semanas de mierda.
Todos las hemos tenido.
Se empieza considerando los primeros tropezones como irrelevantes indicios de mala suerte, insustanciales hasta el punto de considerarse ligeramente graciosos (buenos para contar en plan de anécdota en medio de algún silencio incómodo durante una cena familiar deprimente), como puede ser el servirse refresco (lima-limón mi favorito, por cierto) en un vaso que contenía restos de detergente y terminar bebiendo espuma ácida, o achicharrarse el lóbulo de la oreja al plancharse el pelo en caso de ser mujer o metrosexual.
En el correr del día las cosas pueden ir empeorando, advirtiéndole Dios, la vida, el destino, o como considere adecuado llamarle, que es mejor quedarse en la cama tapado hasta la nariz (lo cual tampoco es recomendable, con la mala suerte que tiene uno encima, es posible que termine ahogándose en su propia saliva o tragándose la lengua al soñar con esa persona que tanto le atrae pero que no se percata de su existencia). Se experimentarán situaciones incómodas varias, como puede ser el sombrero despegándose de la cabeza para planear radiante entre los aires, atrayendo obviamente las miradas divertidas de los transeúntes, que señalarán con el índice entre risotadas al verlo a uno correr desesperado tras el indisciplinado gorro, arañando el aire intentando cazarle en pleno vuelo. O bien se puede estar luciendo las peores pintas y encontrarse con aquellas personas frente a las cuales es mejor mostrarse espléndido, ya que poseen fama de juzgar vilmente por las apariencias de forma instintiva. Esto desemboca en dejarse parado a sí mismo como un menesteroso guarro con grasa capilar vestido de harapos, ya que el rumor de que se salió a la calle con un poncho naranja que no pega con nada, alpargatas, y el pelo hecho un plato de tallarines, correrá de boca en boca hasta la infinidad de los tiempos.
Típicos malos argurios que uno suele experimentar el lunes de una mala semana.
Por supuesto, en el correr de la misma, las cosas irán desde cuesta abajo hasta caer en pendiente vertical.
Si no es reprobar ese examen de biología tan importante, será un mensaje de texto de su pareja diciendo que "no va más", o la noticia del vecino de que ha visto a su gato atropellado con los ojos salidos de las cavidades allá, en la esquina, o que la prima de su abuelo tiene una enfermedad terminal y que usted debe cuidarla hasta que palme dentro de dos o tres meses. O como en mi caso, un corte de electricidad por haberse atrasado cuatro meses con las facturas.
Martes, miércoles, jueves, llora, se retuerce y sufre. Se angustia, se aflige, y patalea. Parece que lo único que queda por hacer es meter la cabeza en el horno y hacer de cuentas que uno es una pizza, o tirarse del techo que está a poco más de dos metros del suelo cuantas veces sea necesario para quebrarse la columna. Tal vez rebanarse las venas con un Tramontina.
Todos estos son buenos ejemplos de cómo sacarse la semana de mierda de encima, pero acá la verdad es, que nadie tiene el coraje suficiente para acabar con la propia vida.
Por tanto, la semana continúa, acentuándose el caos hora a hora.
Llegado cierto punto, se pierde la cordura irremediablemente. Parece que el Infierno no va a acabarse nunca, que 24 horas equivalen a unas mil, que la vida nos hace pito catalán, zancadillas y nos patea en el estómago cuando intentamos levantarnos. Repeat.
No termina, no termina, sigue y sigue jodiéndonos, no llega el fin, corremos marcha atrás, la luz al final del túnel se aleja haciéndose diminuta, está tan lejos, tan lejos, tan lejos, inalcanzable...
...Y cuando uno quiere acordar...
Se empieza considerando los primeros tropezones como irrelevantes indicios de mala suerte, insustanciales hasta el punto de considerarse ligeramente graciosos (buenos para contar en plan de anécdota en medio de algún silencio incómodo durante una cena familiar deprimente), como puede ser el servirse refresco (lima-limón mi favorito, por cierto) en un vaso que contenía restos de detergente y terminar bebiendo espuma ácida, o achicharrarse el lóbulo de la oreja al plancharse el pelo en caso de ser mujer o metrosexual.
En el correr del día las cosas pueden ir empeorando, advirtiéndole Dios, la vida, el destino, o como considere adecuado llamarle, que es mejor quedarse en la cama tapado hasta la nariz (lo cual tampoco es recomendable, con la mala suerte que tiene uno encima, es posible que termine ahogándose en su propia saliva o tragándose la lengua al soñar con esa persona que tanto le atrae pero que no se percata de su existencia). Se experimentarán situaciones incómodas varias, como puede ser el sombrero despegándose de la cabeza para planear radiante entre los aires, atrayendo obviamente las miradas divertidas de los transeúntes, que señalarán con el índice entre risotadas al verlo a uno correr desesperado tras el indisciplinado gorro, arañando el aire intentando cazarle en pleno vuelo. O bien se puede estar luciendo las peores pintas y encontrarse con aquellas personas frente a las cuales es mejor mostrarse espléndido, ya que poseen fama de juzgar vilmente por las apariencias de forma instintiva. Esto desemboca en dejarse parado a sí mismo como un menesteroso guarro con grasa capilar vestido de harapos, ya que el rumor de que se salió a la calle con un poncho naranja que no pega con nada, alpargatas, y el pelo hecho un plato de tallarines, correrá de boca en boca hasta la infinidad de los tiempos.
Típicos malos argurios que uno suele experimentar el lunes de una mala semana.
Por supuesto, en el correr de la misma, las cosas irán desde cuesta abajo hasta caer en pendiente vertical.
Si no es reprobar ese examen de biología tan importante, será un mensaje de texto de su pareja diciendo que "no va más", o la noticia del vecino de que ha visto a su gato atropellado con los ojos salidos de las cavidades allá, en la esquina, o que la prima de su abuelo tiene una enfermedad terminal y que usted debe cuidarla hasta que palme dentro de dos o tres meses. O como en mi caso, un corte de electricidad por haberse atrasado cuatro meses con las facturas.
Martes, miércoles, jueves, llora, se retuerce y sufre. Se angustia, se aflige, y patalea. Parece que lo único que queda por hacer es meter la cabeza en el horno y hacer de cuentas que uno es una pizza, o tirarse del techo que está a poco más de dos metros del suelo cuantas veces sea necesario para quebrarse la columna. Tal vez rebanarse las venas con un Tramontina.
Todos estos son buenos ejemplos de cómo sacarse la semana de mierda de encima, pero acá la verdad es, que nadie tiene el coraje suficiente para acabar con la propia vida.
Por tanto, la semana continúa, acentuándose el caos hora a hora.
Llegado cierto punto, se pierde la cordura irremediablemente. Parece que el Infierno no va a acabarse nunca, que 24 horas equivalen a unas mil, que la vida nos hace pito catalán, zancadillas y nos patea en el estómago cuando intentamos levantarnos. Repeat.
No termina, no termina, sigue y sigue jodiéndonos, no llega el fin, corremos marcha atrás, la luz al final del túnel se aleja haciéndose diminuta, está tan lejos, tan lejos, tan lejos, inalcanzable...
...Y cuando uno quiere acordar...
...es sábado, y se puede andar en calzoncillos por la casa.
No fue tan difícil.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Wipu!
Recuerde usted, querida Merceditas, que no hay nada mejor, luego de haber sido herida por un tercero, luego de sentirse ultrajada, apuñalada, ofendida, indignada o traicionada, luego de haber sido su angelical carita abofeteada por la ácida y corrosiva verdad, que ante sus morritos de perro que quiere su galleta compasión no siente, no hay nada mejor que mandarse una cagada aún mayor que la original. Así, por lo menos, estará demasiado ocupada enervándose consigo misma como para malgastar su valioso odio en el infeliz que le echa en cara las penosas cagadas del pasado y la hace sentir miserable. Si miserable debe sentirse, dígnese al menos a que sea por su propia culpa.
¡Hora de cortarse las venas mi niña!
Y tirate el pelo sobre la cara que pareces normal y todo.
Y tirate el pelo sobre la cara que pareces normal y todo.
domingo, 31 de octubre de 2010
Infeliza.
Desde que me hice un Twitter, me es imposible pensar en algo para escribir con más de 140 caracteres.
Lo popular es nocivo.
martes, 26 de octubre de 2010
No entendí.
Me pregunto en dónde quedaron las épocas de los góticos solitarios y melancólicos, excluídos por sus pares al ser confundidos con macumberos en los centros educativos.
Esos adorables darkis que se sentaban en el fondo del salón de clases, escuchando bandas con mayor potencial que My Chemical Romance, y ni chistaban cuando arremetían contra ellos con la clásica lluvia de papeles, la cual traía consigo en los peores casos alguna desubicada mochila o un intimidante cascote.
Pero, ¿ahora resulta que los emos de moda se relacionan perfectamente con sus compañeros de clase "normales", esos seres que visten *Príli* y calzas ajustadísimas, o bien camperas *Nái* talles XXXL y calzado deportivo-muy-deportivo? ¡Sí! ¡La morralla, el auge de la marginalidad, el opio de la sociedad, el colchón de frutas que nadie quiere en su yogurt!
En serio, desde cuándo se ven fotos de chicas con piercings en los labios y un flequillo lamido tapándole el ojo haciendo "dedito pa'rriba" entre una panda de malvivientes con camisetas a rayas negras y amarillas?
No es ético, aquel que de negro viste debe abstenerse de todo relacionamiento con personas que no compartan su estética, sus gustos musicales, o bien su estilo de vida en general. Aquel que de negro viste no debería fraternizar con aquellos que de negro no visten. De lo contrario, se vuelve demasiado confuso, ¿desde cuándo se es tan tolerante? Para hacer sociales mejor que se tiñan de rubio, se calcen un par de zapatillas deportivas-muy-deportivas, cacen un rallador de queso y se vayan pal' baile, a ser igual a todos!:troll:
"¡Oh, el dolor, suicide is the only solution!"
Esos adorables darkis que se sentaban en el fondo del salón de clases, escuchando bandas con mayor potencial que My Chemical Romance, y ni chistaban cuando arremetían contra ellos con la clásica lluvia de papeles, la cual traía consigo en los peores casos alguna desubicada mochila o un intimidante cascote.
Pero, ¿ahora resulta que los emos de moda se relacionan perfectamente con sus compañeros de clase "normales", esos seres que visten *Príli* y calzas ajustadísimas, o bien camperas *Nái* talles XXXL y calzado deportivo-muy-deportivo? ¡Sí! ¡La morralla, el auge de la marginalidad, el opio de la sociedad, el colchón de frutas que nadie quiere en su yogurt!
En serio, desde cuándo se ven fotos de chicas con piercings en los labios y un flequillo lamido tapándole el ojo haciendo "dedito pa'rriba" entre una panda de malvivientes con camisetas a rayas negras y amarillas?
No es ético, aquel que de negro viste debe abstenerse de todo relacionamiento con personas que no compartan su estética, sus gustos musicales, o bien su estilo de vida en general. Aquel que de negro viste no debería fraternizar con aquellos que de negro no visten. De lo contrario, se vuelve demasiado confuso, ¿desde cuándo se es tan tolerante? Para hacer sociales mejor que se tiñan de rubio, se calcen un par de zapatillas deportivas-muy-deportivas, cacen un rallador de queso y se vayan pal' baile, a ser igual a todos!
"¡Oh, el dolor, suicide is the only solution!"
(No entiendo qué hacen esas chinadas en el extremo superior izquierdo de la imagen, pero bueh)
domingo, 24 de octubre de 2010
domingo, 10 de octubre de 2010
El unicornio.
Llegó un buen día cuando menos lo esperaba
Volvía a casa siguiendo con la vista, del Diablo una baba
A las tres en punto de la mañana no hay alma que la calle atraviese
Cómo iba a imaginarme que Jesús, Alá o Azathoth, al fin mi deseo concediesen
Como un terremoto, la acera comenzó a vibrar
Lo que en ese momento era un ordinario cielo de estrellas salpicado
Por una asalmonada centella fue engarzado
Y en torno a la misma, miles de destellantes y coloridos luceros se fueron aglomerando.
No puedo describir lo que en ese momento era mi cara de pasmada
El mismísimo suelo se abría por el filo de una uña de rayo
De la grieta una daga se engendraba, colérica, al aire se dirigía su tenaz puñalada
Cómo podía esto estar pasando, en tan mediocre barrio uruguayo?
Tenía de un momento a otro delante de mis desorbitados ojos
un esplendoroso percherón como de cobalto.
Pero prestando algo más de atención, de un equino corriente estaba este bicho lejos
pues lucía un prodigioso cuerno en la frente, bien a lo alto.
Fue uno de esos momentos, en los que uno no sabe si cordialmente acercarse o despavorido escaparse
Es que de seguro usted, amigo, no sabría reaccionar
si la afilada mirada de esta bestia de arriba a abajo lo analizase
Atiné pues a mi temblorosa mano sobre su hocico apoyar.
Suspiré de sosiego y felicidad
al notar que la criatura rogaba como perro por un poco más de mimo
Por cada caricia, la confianza aumentaba rapidísimo
y no dudé en trepar a su lomo, para galopar rumbo a la ciudad.
Para alimentar mi cósmico estupor
los pesados cascos de la acera se estaban despegando
Tal como en las alucinaciones del sopor
Jinete y palafrén, sobre las copas de las higueras se marcharon volando.
Apuesto la vida a que nadie ha visto lo que yo
La Torre de Antel del tamaño de un cobayo
Los tejados de los antiguos edificios con milímetros de anchura
¡Era la ciudad de Montevideo a incontables metros de altura!
El tiempo voló más rápido que nosotros
Transformóse la ciudad en un caótico hormiguero.
Aterrizó la criatura a reposar, sin importar la mirada de los otros.
Pero yo sabía que todo aquello olía a mal agüero.
Al lomo de semejante fiera por 18 de Julio
De los transeúntes todo podía decirse, menos que estaban complacidos
Arrasó a nuestro paso un torbellino de confusión y gritos de auxilio
Padres Nuestros y Ave Marías taladraban nuestros oídos.
"Abran fuego", dijo el oficial luego de haber reventado mi corcel bajo el peso de sus cascos
el cráneo de un mocoso bastante cargoso
Una ráfaga de proyectiles esquivamos de puro asco
Ordené entonces al pobre potro, "vámonos ya de este barrio pulgoso".
A mi unicornio una buena vida me fue imposible darle.
Pecado eterno será no haber podido protegerlo
Del pueblo que su vida a hachazos llegaron a arrebatarle.
Y ni hablar de los jueces, que encima me encajaron todo el chirlo.
No sin olvidarlo, pediré otro animalito para esta Navidad
Hasta entonces el pueblo pagará en manos de mi machete.
De seguro otra criatura no le costará engendrar a esta tan generosa entidad.
Pero creo que seré ambiciosa y encargaré esta vez, un Wyvern del que ser jinete.
F-f-f-fail.
F-f-f-fail.
martes, 5 de octubre de 2010
Los borrachos que juegan a los planetas.
"Tú serás el Sol. El Sol no se mueve. Esto es lo que hace (emana luz).
Tú serás la Tierra. La Tierra empieza aquí, y se va moviendo alrededor del Sol.
Y ahora, daré una sencilla explicación que los ayudará a comprender por completo el significado de la inmortalidad. Lo único que les pido, es que caminen conmigo por el Infinito, el cual consta de quietud y paz; forman un reinado de infinito vacío. Imaginen esto en ese infinito sonoro silencio, todo en una oscuridad impenetrable.
Al principio no notamos los sucesos de los que somos testigos.
La luz brillante del Sol, siempre emana su luz y su calor sobre este lado de la Tierra. Y estamos aquí, de pie, en su esplendor.
Ésta es la Luna. La Luna gira alrededor de la Tierra.
¿Qué pasa? De repente vemos el disco de la Luna, sobre la esfera ardiente del Sol. Hace una mella. Y esta mella, la sombra oscura, se hace más grande, y más grande. Y como esta cubre al Sol cada vez más, poco a poco sólo una media Luna del Sol permanece, una media Luna deslumbrante. Y poco más tarde, digamos a la una de la tarde, el más dramático giro de los acontecimientos sucede. En este momento, el aire se torna frío. ¿Pueden sentirlo? El cielo se oscurece, y después todo se vuelve oscuro.
Los perros aúllan, los conejos se encorvan, el ciervo corre asustado, corre en estampida. Y en este horrible e incomprensible crepúsculo, aún los pájaros están confusos, y van a posarse en sus ramas.
Y luego... completo silencio. Todo lo que vive está quieto.
¿Las colinas se irán apagando? ¿El cielo caerá sobre nosotros? ¿La tierra se abrirá bajo nuestros pies? No lo sabemos. No lo sabemos, un eclipse total nos ha encontrado por casualidad.
Pero...
...No necesitamos temerlo, éste no es el final, ya que a través de la esfera encendida del Sol, lentamente, la Luna nada alejándose. Y el Sol estalla de nuevo hacia fuera, despacio, viene luz otra vez, y el calor otra vez inunda la Tierra.
Una emoción profunda se apodera de cada uno. ¡Hemos escapado del peso de la oscuridad!"
Tú serás la Tierra. La Tierra empieza aquí, y se va moviendo alrededor del Sol.
Y ahora, daré una sencilla explicación que los ayudará a comprender por completo el significado de la inmortalidad. Lo único que les pido, es que caminen conmigo por el Infinito, el cual consta de quietud y paz; forman un reinado de infinito vacío. Imaginen esto en ese infinito sonoro silencio, todo en una oscuridad impenetrable.
Al principio no notamos los sucesos de los que somos testigos.
La luz brillante del Sol, siempre emana su luz y su calor sobre este lado de la Tierra. Y estamos aquí, de pie, en su esplendor.
Ésta es la Luna. La Luna gira alrededor de la Tierra.
¿Qué pasa? De repente vemos el disco de la Luna, sobre la esfera ardiente del Sol. Hace una mella. Y esta mella, la sombra oscura, se hace más grande, y más grande. Y como esta cubre al Sol cada vez más, poco a poco sólo una media Luna del Sol permanece, una media Luna deslumbrante. Y poco más tarde, digamos a la una de la tarde, el más dramático giro de los acontecimientos sucede. En este momento, el aire se torna frío. ¿Pueden sentirlo? El cielo se oscurece, y después todo se vuelve oscuro.
Los perros aúllan, los conejos se encorvan, el ciervo corre asustado, corre en estampida. Y en este horrible e incomprensible crepúsculo, aún los pájaros están confusos, y van a posarse en sus ramas.
Y luego... completo silencio. Todo lo que vive está quieto.
¿Las colinas se irán apagando? ¿El cielo caerá sobre nosotros? ¿La tierra se abrirá bajo nuestros pies? No lo sabemos. No lo sabemos, un eclipse total nos ha encontrado por casualidad.
Pero...
...No necesitamos temerlo, éste no es el final, ya que a través de la esfera encendida del Sol, lentamente, la Luna nada alejándose. Y el Sol estalla de nuevo hacia fuera, despacio, viene luz otra vez, y el calor otra vez inunda la Tierra.
Una emoción profunda se apodera de cada uno. ¡Hemos escapado del peso de la oscuridad!"
domingo, 12 de septiembre de 2010
El Ómnibus que nunca para

Muchos aseguran haberlo visto. Otros, lo tildan de leyenda urbana terraja. Extenso tópico es en verdad, el del Ómnibus que nunca para.
No es un ómnibus común, no, para nada. Un común y desinteresado transeúnte, no prestará la atención necesaria para ver más allá de lo que es a simple vista un colectivo de añejo diseño. No notará la pintura oxidada bastante más opaca de lo normal, la ausencia de cartel de destino, o los ahumados vidrios tras los cuales se encuentran los desesperados y a la vez desesperanzados pasajeros, eternos pasajeros.
A pesar de su nombre, El Ómnibus que nunca para sí estaciona, raramente, es cierto, pero de esta forma cubre toda sospecha que pueda interrumpir su recorrido y se abastece de nuevas víctimas.
Un nuevo pasajero no se percatará de la trampa en la que ha caído hasta intentar bajar del ómnibus y encontrarse con la desagradable sorpresa de la imposibilidad absoluta de salir del mismo debido a las puertas selladas a cal y canto. Normalmente de mal modo, valiéndose de injurias e improperios, exigirá explicaciones al menesteroso conductor del vehículo (de ojeroso y lívido rostro, hombre que se mantiene con vida gracias a fuerzas superiores, o bien café con Speed), el cual se limitará a lanzar una fulminante mirada de desazón o incluso comprensión a su convulsa víctima.
El proceso de adaptación a lo que es su nueva sociedad de no más de veintitantos miembros es resignadamente necesario y subconscientemente asumido, ya que la vida transcurrirá allí y en ningún otro lugar. Dentro del vehículo, jamás fuera de él, siempre a través del mismo recorrido, jamás uno distinto. Sin excepciones, todos los días, hasta la infinidad absoluta del tiempo.
Aún así, los pasajeros han llegado a presenciar en El Ómnibus que nunca para, nacimientos, casamientos, muertes y tantos otros acontecimientos, y de alguna forma el socializar con sus compañeros de asiento o pares próximos, hace el abatimiento menos punzante, ya que la actividad restante que consiste en mirar sin ver por las ventanillas, es bastante deprimente y para nada atractiva pasados los primeros días de la eterna estadía.
Todas las amistades, enemistades y romances allí surgidos comienzan igual. Uno se acerca a otro, la típica:
Y vos, trabajás o estudiás?
Yo sólo viajo, será la respuesta de los más viejos, seguida de un ligero humedecimiento de ojos.
Es que en eso transforma El Ómnibus que nunca para a los peatones promedio, hijos huérfanos garabateando en los vidrios empañados, abuelos sin nietos escuchando Dolina a la noche, madres vírgenes y padres célibes sin futuro alguno. Pero viajeros, al fin. No más que eternos viajeros de la vida.
viernes, 16 de julio de 2010
Instrucciones para dar lástima
Llega un momento a veces (generalmente en las vidas carentes de acontecimientos fuera de lo común o simplemente monótonas), en el que se ve necesaria una intervención no-espontánea de parte de uno mismo para generar un hecho digno de mención, algo que haga a uno sentirse importante al menos por un breve tiempo.
Concéntrese. Respire hondo y olvídese de la exasperación dentellando sus carnes. Analice su situación, haga un esquema de usted mismo en su propio entorno, pero añádale drama, siéntase poco, invéntese un ciclón que lo tire abajo como a un árbol podrido. Como para darle un empujoncito: puede intentar convencerse de que ninguna de las personas que integran su círculo social tiene el más mínimo interés en usted, porque obviamente, usted no es escencial en la existencia de ninguno de sus amigos, compañeros, familia o conocidos en general, nadie depende de usted, no dude de su futilidad ni por un minuto. O simplemente recuerde que allí, en el fondo, lo sigue la Muerte cada día más de cerca.
Ahora mire a su alrededor y haga lo que se le dé la gana, debe soltarse antes del siguiente paso. Grite si lo siente, patée al perro si lo desea, triture a los hámsters hasta convertirlos en paté o queme ese libro tan especial que le regaló su viejo amor (para el cual, recuerde, usted no es importante). Acto seguido arrepiéntase y siéntase merecedor del odio mundial, la peor persona sobre la faz de la Tierra. Tállese esa idea en el cerebelo.
Cuando se sienta en la temperatura adecuada, llame rápido a su pareja, amigo o familiar más cercano, el más querido, aquel con el cual mantiene una relación perfecta y recíproca.
No le dé mucha bola cuando demande su presencia, sea seco, preocúpelo. Haga que venga corriendo dejando el horno encendido no sin antes haber preguntado en el medio del desespero qué anda mal, que por qué estás así, no querés que te anime, y ya mismo voy para allá a hacerte un tecito de canela.
Cuando estén las dos partes frente a frente, ponga todo de sí, inspírese, retrátese imágenes punzantes que hagan sangrar el alma, su pareja en brazos de otro, la abuelita agonizando tras haberse resbalado con mayonesa o su gatito atropellado en alguna esquina.
Póngase pues manos a la obra.
Comience frunciendo el ceño y haciendo un sutil puchero, negándose a responder cualquier pregunta realizada por su compañero, el cual atinará a dar palmaditas en su espalda mientras busca cómo hacerle abrir la boca. ¡No le dé el gusto! Espere a que se sienta frustrado al verse fracasar, acúsele de estar ausente cuando se lo necesita, lo negará, que no, cómo pensás eso de mí, que yo siempre fui tu amigo, yo nunca haría eso, cómo se te ocurre. Ahora, ahora es el momento. Haga fuerza con la nariz hasta sentir un ligero hormigueo en las fosas nasales, continúe hasta enrojecerse las mejillas hasta el punto en que pueda confundírsele con la piel carmesí de Belcebú, entrecierre los ojos y cuando sienta las pupilas nadando en un mar fresco y saladito, ciérrelos. Se destapan las lágrimas. Llore. Moquee.
Su compañero intentará consolarlo abrazándolo o quitándole las manos de la cara, pero se lo sacará usted de encima con un ligero empujón estilo mariquita.
Ha logrado su objetivo.
El verle llorar llenará de culpa a la otra persona, la cual se irá vociferando alguna pavada entre mocos y lágrimas mientras analiza la idea de tirarse abajo de un camión.
Pero no se preocupe. Séquese las lágrimas y espere para la mañana siguiente la llamada de esta persona, frustrada y afligida, pidiéndole disculpas y rogando por su comprensión. Esto puede dar paso a la confesión de algún amor oculto tras el nombre de "amistad", también. Sin importar esto realmente, es al fin y al cabo lo que esperaba. Qué más quiere, qué más quiere. Vaya a darle un abrazo a su atormentado compañero, amigo, familiar o pareja y encaje que se acordó de que Uruguay no salió campeón y que de repente se deprimió, o que le duelen los ovarios en caso de ser mujer mientras disfruta de ese ínfimo sentimiento que se asemeja bastante a lo que podría llegar a ser la felicidad, el sentimiento de sentirse necesitado.
Bravo he dicho.
Concéntrese. Respire hondo y olvídese de la exasperación dentellando sus carnes. Analice su situación, haga un esquema de usted mismo en su propio entorno, pero añádale drama, siéntase poco, invéntese un ciclón que lo tire abajo como a un árbol podrido. Como para darle un empujoncito: puede intentar convencerse de que ninguna de las personas que integran su círculo social tiene el más mínimo interés en usted, porque obviamente, usted no es escencial en la existencia de ninguno de sus amigos, compañeros, familia o conocidos en general, nadie depende de usted, no dude de su futilidad ni por un minuto. O simplemente recuerde que allí, en el fondo, lo sigue la Muerte cada día más de cerca.
Ahora mire a su alrededor y haga lo que se le dé la gana, debe soltarse antes del siguiente paso. Grite si lo siente, patée al perro si lo desea, triture a los hámsters hasta convertirlos en paté o queme ese libro tan especial que le regaló su viejo amor (para el cual, recuerde, usted no es importante). Acto seguido arrepiéntase y siéntase merecedor del odio mundial, la peor persona sobre la faz de la Tierra. Tállese esa idea en el cerebelo.
Cuando se sienta en la temperatura adecuada, llame rápido a su pareja, amigo o familiar más cercano, el más querido, aquel con el cual mantiene una relación perfecta y recíproca.
No le dé mucha bola cuando demande su presencia, sea seco, preocúpelo. Haga que venga corriendo dejando el horno encendido no sin antes haber preguntado en el medio del desespero qué anda mal, que por qué estás así, no querés que te anime, y ya mismo voy para allá a hacerte un tecito de canela.
Cuando estén las dos partes frente a frente, ponga todo de sí, inspírese, retrátese imágenes punzantes que hagan sangrar el alma, su pareja en brazos de otro, la abuelita agonizando tras haberse resbalado con mayonesa o su gatito atropellado en alguna esquina.
Póngase pues manos a la obra.
Comience frunciendo el ceño y haciendo un sutil puchero, negándose a responder cualquier pregunta realizada por su compañero, el cual atinará a dar palmaditas en su espalda mientras busca cómo hacerle abrir la boca. ¡No le dé el gusto! Espere a que se sienta frustrado al verse fracasar, acúsele de estar ausente cuando se lo necesita, lo negará, que no, cómo pensás eso de mí, que yo siempre fui tu amigo, yo nunca haría eso, cómo se te ocurre. Ahora, ahora es el momento. Haga fuerza con la nariz hasta sentir un ligero hormigueo en las fosas nasales, continúe hasta enrojecerse las mejillas hasta el punto en que pueda confundírsele con la piel carmesí de Belcebú, entrecierre los ojos y cuando sienta las pupilas nadando en un mar fresco y saladito, ciérrelos. Se destapan las lágrimas. Llore. Moquee.
Su compañero intentará consolarlo abrazándolo o quitándole las manos de la cara, pero se lo sacará usted de encima con un ligero empujón estilo mariquita.
Ha logrado su objetivo.
El verle llorar llenará de culpa a la otra persona, la cual se irá vociferando alguna pavada entre mocos y lágrimas mientras analiza la idea de tirarse abajo de un camión.
Pero no se preocupe. Séquese las lágrimas y espere para la mañana siguiente la llamada de esta persona, frustrada y afligida, pidiéndole disculpas y rogando por su comprensión. Esto puede dar paso a la confesión de algún amor oculto tras el nombre de "amistad", también. Sin importar esto realmente, es al fin y al cabo lo que esperaba. Qué más quiere, qué más quiere. Vaya a darle un abrazo a su atormentado compañero, amigo, familiar o pareja y encaje que se acordó de que Uruguay no salió campeón y que de repente se deprimió, o que le duelen los ovarios en caso de ser mujer mientras disfruta de ese ínfimo sentimiento que se asemeja bastante a lo que podría llegar a ser la felicidad, el sentimiento de sentirse necesitado.
Bravo he dicho.
martes, 6 de julio de 2010
Iba a escribir algo profundo [o alguna pseudointelectualidad recontra reciclada de las que acostumbro escribir cuando no hay ningún granuja (♥) con el que hablar por MSN], pero no. Lamentablemente (o afortunadamente?) todas las ideas y bosquejos de textos acerca de aquel concierto de Natalie Clein, se esfumaron ni bien tuve frente a mis ojos la página de creación de entradas de Blogspot. No sé, puede que inculpe a la pobre página por mi incompetencia, pero el punto es que no dió.
En su defecto...

Un gato muy hermoso.
En su defecto...
Un gato muy hermoso.
miércoles, 19 de mayo de 2010
Y se muy bien que no estarás.
No estarás en la calle, en el murmullo que brota de la noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes
ni en los libros prestados,
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás,
o en el color de un par de guantes, o una blusa.
Me enojaré, amor mío, sin que sea por ti,
y compraré bombones pero no para ti,
me pararé en la esquina a la que no vendrás
y diré las cosas que sé decir
y comeré las cosas que sé comer
y soñaré los sueños que se sueñan.
Y sé muy bien que no estarás
ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo,
ni allí afuera,
en ese río de calles y de puentes.
No estarás para nada, no serás mi recuerdo
y cuando piense en ti, pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.
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