viernes, 16 de diciembre de 2011

Aaah

Te digo que no. No, no estoy pudiendo escribir.
De tener la certeza, de saber realmente qué es aquello que quiero decir, ó de lo contrario si no tengo nada para contar, las cosas serían diferentes. Tendría claro qué es lo que tengo en la cabeza. Tendría claro si tengo algo en la cabeza. Cosa que me tiene, como quien dice: mal. Es como si... a ver; supongamos, que el escribir para plasmar y transmitir emociones, pensamientos, reflexiones ó lo que fuere, tuviese forma de puente. Bueno, en ese caso, mi escritura sería, con toda seguridad, el Hussaini (¿se escribirá así?).
No entiendo cómo hacen los malparidos que vienen y dicen "uh, porque yo tengo muchas cosas para decir, voy a escribir una novela". Pará, algo no está funcionando, de su lado ó del mío. Ó el gato que trepó demasiado alto al árbol soy yo, ó ellos cagan a mentiras. Usé una comparación bastante pretenciosa y por sobre todo de mierda, pero, a lo que voy: pensé por tanto tiempo qué es lo que quiero decir (ú, otra vez, si tengo algo para decir), que me fui al carajo y no sé dónde estoy parada, al igual que un perro en celo se pierde por perseguir por horas una perra.
No digiero la idea de que alguien tenga los pensamientos tan bien ordenados, como, para por ejemplo, inventar una historia. ¿Por qué los trucos de escritura sirven en los escritores y en mí no? Podría quejarme toda la noche. Ó toda la mañana, ya están por cantar los gorriones, y yo me puse a teclear estas vergüenzeadas que no tienen nada que ver con lo que pensé en un principio.
A lo mejor, la razón por la que estos trucos no funcionan (así como tampoco nunca me funcionaron los trucos del Spyro)  es porque (guarda que se viene el cliché) no tengo musa. Me dio un retorcijón estomacal tan insoportablemente terrible mandarme esa que tuve que tacharlo, pero, tristemente, es así como son las cosas. Si vienese un escritor con una copa de vino en la mano, trayendo desfilando tras de sí un espectro de música jazz, y me preguntase, cuál es mi musa... ¿qué tendría que decirle?. Mi musa es el odio injustificado. No, ni eso. No sé. Mi musa es el rechazo de los que pensé que no pero siempre fueron ajenos, ó los gatos como molde para metáforas. Tampoco. Y, no sé señor, pero esa copa no se agarra así, y deje de andar por la calle con el programa de Cinemateca a la vista, ya sabemos que es un pseudointelectual de mierda.

Al final escribí algo. Puede ser que pueda escribir, sí. Lo que no puedo es decir nada.

Qué lástima.

Los odio, brillantes escritores.

3 comentarios:

  1. Escribiste algo, no te quejes. Yo estuve encerrado dos semanas con muchos cuadernos y NI UNA SOLA LAPICERA... Te mando un besito en el culo desde el Vilardebó <3

    ResponderEliminar
  2. Yo no juro. No entiendo tampoco, si te sirve de consuelo.

    ResponderEliminar