El panorama parecía sacado de una escena de film ochentero, de los más románticos: madre e hija reviviendo recuerdos mientras las paredes chorrean almíbar y pupurina. La madre, orgullosa, mira a la nena y piensa "aquel jovencillo, es hoy el padre de mi criatura. Y ella revivirá la historia". Probablemente no. Pero las negatividades tienden a obviarse para no embarrar un momento tan único.
Me acosté con el cerebro invertido. Me entraron unas ganas incontenibles de ser una adolescente de Hollywood, enamorada de un galán medio pobretón (pero muy fachero), y que nuestro amor sea correspondido.
Me dieron ganas de que mi vida sólo reproduzca escenas románticas o muy dramáticas, y se saltee aquellas en las que aparezco depilándome el sobaco con una Gilette, o haciendo un kamasutra precario para vestirme sin tener que sacarme las mantas de encima.
Quiero que se me haga un primer plano mientras apoyo el mentón en la mano durante las clases de física y pienso en Jack, Steve, Brian, o como sea que mi chongo yankee se llame, y se muestren flashes de fantasías con bordes de rosas, en donde nos abracemos dentro del auto afanado de su padre, Frank, mientras vemos una película en esos cines callejeros frente al mar. A esto, por supuesto, le sigue el retorno a la realidad asquerosa. Mi compañera de clase, la rubia, la malvada, la que va de rosado y tacos, dirá "¡qué bonito cabello, perdedora!" y me hará tropezar de un empujón mientras su séquito de chupamedias sueltan risitas burlonas. Pero yo soy la protagonista y el público está de mi lado, y saben que la toma final será de un beso apasionado con Jack, Steve o Brian.
Juro que fantaseaba con eso, y me dormí pensando en eso. Afortunadamente, hoy volví a sentar cabeza y me olvidé de esa mamarrachada que nunca ocurrirá. Me resigno al hecho de que el cornudismo es inminente, mi galán no-yankee va a usar unas medias horrendas, y mi suegro no se llamará Frank, ni tendrá un auto afanable. Se cenará en el Mundo de la Pizza y no frente al mar, se me regalará un peluche de patito con ojos asimétricos del Devoto y no un camafeo de plata con mi nombre grabado en letras relamidas. Nunca voy a ser la protagonista de una película adolescente y por tanto, el público no me tendrá como modelo a seguir, no se cortarán el pelo como yo, ni nombrarán a sus hijos como yo.
Si bien se me pasarían bastantes pavadas si Jack, Steve o Brian me amasen, la hijaputez constante del mundo real no tiene comparación, y le da bastantes vueltas a la sensiblera ficción. Me salió un versito, vió?
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When I durr I hurr. |
Creo que entiendo a tu progenitor. Para que un hombre te diga "te amo" antes tiene que llegar a la conclusión de que vino al mundo por y para esa persona y nadie mas. Es muy peligroso. Un rechazo despues de un "te amo" acarrea un suicidio inmediato, un rechazo despues de un "te quiero mucho" se arregla con meses de alcohol, putas y volviendote un zapatero bolas tristes.
ResponderEliminarAmo como escribís, Minzi. AMO.
ResponderEliminarSi te sirve de consuelo, aunque de seguro lo sabes...quien no lo ha pensado alguna ves? o quien no lo desea siempre cuando se ve a sí mismo solo mirando algún embole en la tele y se pone a pensar que esto sería más pasable si aunque sea tuviera a alguien abrazándolo por la espalda puteando entre los 2 la mierda que hay en la tv.
ResponderEliminarNo podemos evitar la sensación de "soy patético" cuando pensamos algo así, sabemos que nada de eso existe y no somos protagonistas, por ende no vamos a tener un final feliz seguro...o seré yo nomas que se siente tan estúpido?
El hecho es que si, sin duda nadie te va a asegurar que te cague, te mienta, ni va a aparecer en tu puerta después de una pelea estúpida pidiendo perdón cuando más lo necesitas.
Más sin embargo, si existe gente que quieren a otros sin que eso termine en catástrofe o simple aburrimiento, pero para eso...hay que equivocarse muucho, y a eso es a lo que le tenemos más miedo sin duda.