lunes, 25 de abril de 2011

Panza.

Hoy se ha quejado bastante. No se le entiende mucho, porque habla bajito. A veces uno llega a escucharle decir que le duele porque se tropezó con algún mal plato. También sé que los cambios de temperatura la hacen marear, y da vueltas como un trompo.
En ocasiones se distrae y se sienta sobre un hormiguero. Los bichitos le caminan alrededor por un rato, la mordisquean, pero se los saca de encima bastante rápido y disimula las cosquillas. Por lo general, los hormigueros son antropomorfos.
Existen panzas muy dependientes. Suelen ser las de los más corpulentos. Para que las pobres no se sientan tan solas ni se pongan depresivas, se enmanducan una bolsa de bizcochos, chocolates de todo tipo por estas fechas, o algunas porciones de pastafrola (nunca de pastaflora). La mía es bastante indiferente, pero yo le mando compañía igual, por las dudas.
Hoy no sé qué le pasó. Es como si hubiese estado caminando y de repente se clavase una espina. Trata de no apoyarse en la herida, pero cada tanto se olvida, la espina se hunde en la carne y lastima.
Quién sabe qué puede estarle pasando. Quién sabe si algún bichito se coló y la estará picando por dentro. Algunos dicen que las mariposas en la panza son un síntoma de enamoramiento, pero de seguro las moscas y las abejas volando a las anchas de la misma son un mal argurio. A mi parecer son portadores de sangrados internos.


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