sábado, 30 de abril de 2011

кошек


A muchas de mis personas favoritas les gustan los gatos











Y aún así...
El mío es el más bello de todos.

martes, 26 de abril de 2011

Globos.

Esto no tiene nada que ver, pero
estaba en la puerta del baño de
Cinemateca y me gustó. 
A veces me gustaría poner el noticiero de la tarde y escuchar una noticia que no involucre kioskeros mutilados, ni nuevas especies de aves rapaces extinctas debido a la radiación, ni ninguna esas cosas que hacen a la gente pensar que lo del 2012 es cierto.
Me gustaría escuchar una noticia que, por primera vez, deje al televidente un gustillo de alegría. Hoy me senté y mientras hablaban sobre el trapo kilométrico del que los manyas están tan orgullosos, me imaginé al lenteja del 4 contando cómo un terremoto justo afectó esa fábrica de globos de colores que estaba en una ciudad de nombre imposible de pronunciar, derrumbándola, dejando así escapar una bandada de esferas levitantes que procedieron a teñir el cielo de cuanto color pueda uno imaginarse, liberando a la gente del estrés causado por el sismo, y entreteniendo a los nenes que andaban por la vuelta.
¿Nunca a nadie le dije que me encantan los globos de colores? Debe de ser por culpa de ese deseo frustrado mío. Nunca remonté una cometa. Hasta el día de hoy no me puedo sacar de encima esa cruz en forma de frustración que me cargaron en la espalda. Por vagancia no más.

lunes, 25 de abril de 2011

Panza.

Hoy se ha quejado bastante. No se le entiende mucho, porque habla bajito. A veces uno llega a escucharle decir que le duele porque se tropezó con algún mal plato. También sé que los cambios de temperatura la hacen marear, y da vueltas como un trompo.
En ocasiones se distrae y se sienta sobre un hormiguero. Los bichitos le caminan alrededor por un rato, la mordisquean, pero se los saca de encima bastante rápido y disimula las cosquillas. Por lo general, los hormigueros son antropomorfos.
Existen panzas muy dependientes. Suelen ser las de los más corpulentos. Para que las pobres no se sientan tan solas ni se pongan depresivas, se enmanducan una bolsa de bizcochos, chocolates de todo tipo por estas fechas, o algunas porciones de pastafrola (nunca de pastaflora). La mía es bastante indiferente, pero yo le mando compañía igual, por las dudas.
Hoy no sé qué le pasó. Es como si hubiese estado caminando y de repente se clavase una espina. Trata de no apoyarse en la herida, pero cada tanto se olvida, la espina se hunde en la carne y lastima.
Quién sabe qué puede estarle pasando. Quién sabe si algún bichito se coló y la estará picando por dentro. Algunos dicen que las mariposas en la panza son un síntoma de enamoramiento, pero de seguro las moscas y las abejas volando a las anchas de la misma son un mal argurio. A mi parecer son portadores de sangrados internos.


domingo, 24 de abril de 2011

Hábitos poco interesantes.

Cuando de vez en cuando pienso en, o extraño una persona en especial, normalmente por motivos pseudo-románticos, me gusta pegar cosas en las paredes de mi cuarto.
No es que pretenda invocar espíritus San Valentinescos de papel que me muestren en qué andan dichas personas a través de un espejito mágico. O realice semejante actividad recitando poemas de Vilariño entre lágrimas y mocos, con un adagio de fondo.
En realidad, carece de explicación lógica.
A lo mejor tiene que ver con el hecho de que muchos de los objetos pegados o colgados recibieron elogios y comentarios varios de visitantes hoy día lejanos.
Upgradeando las paredes, agregando nuevos colores e imágenes a las mismas, se reducen las posibilidades de que el ojo justo se pose en aquella foto que tanto gustó a Fulano o entre aquellos cuadros bajo los cuales Mengano escribió una guarangada con marcador permanente rojo, y se proyecten así flashes de un pasado lleno de arcoirises, unicornios y risas angelicales, muy extrañable.
Otras veces asumo que viene por el lado de pasar el rato imaginándome qué podría pensar aquel tercero con el que me encuentre ligeramente vinculada emocionalmente; qué podría pensar al verme pegar con una gracia y vigor propios de una bailarina de ballet con dermatitis en la planta del pie, tantos recortes de papel de diferentísimos tamaños, trepar a los cajones, escritorios, sillas y respaldos de la cama para alcanzar a cubrir hasta el vértice pared-techo, al son de alguna canción más bien ochentera. Una labor tan de cronopio me hace sentir bastante menos fría y distante, tal vez más propicia a transmitir ganas de abrazar y esas cosas de persona boba.


Es como una caricia psicológica.

martes, 5 de abril de 2011

Hola.

No escribo porque piense que me vayan a leer, o porque asuma que mis inexistentes haters van a convulsionar de una envidia inventada. No escribo porque quiero plasmar mis dolorosos, sangrientos, angustiantes y espinosos sentimientos, hacer estremecer relatando cómo por más que busco y busco no encuentro el par de mi media más linda. Negra y a rombos por cierto. No quiero compartir los desamores que acostumbro a negar haber tenido, no quiero planificar un suicidio ni citar filósofos que no conozco. No espero que piensen "profundo, muy profundo" mientras pasan por alto entradas que no tienen razón de ser, ni mucho menos espero que un gran editor me ofrezca escribir pantristeadas para alguna revista de nivel, o bien publicar una autocrítica plagiada de otras autocríticas plagiadas de Murakami. Pff, no. Escribo porque este té no se enfría, escribo porque YouTube es lento, escribo porque nadie juzga y todavía falta pila para que sea mañana. Y mañana también va a faltar pila para que se pasado mañana, y pasado mañana no voy a querer que sea el día siguiente, porque tampoco querré que sea el anterior, ni mucho menos el mismo pasado mañana. Porque soy emo, porque este té no se enfría, porque YouTube es lento, porque total, nadie juzga y porque se viene el invierno. No, mentira, por eso último no.


Al gatito de la izquierda no le sirvieron nada.