Ya no me carcome esa necesidad (o bien aprendí a controlar esa necesidad) de tocar la puerta cada vez que paso por ahí.
Ya no compro las mismas golosinas que solías comprar (las cuales dudo que sigas consumiendo, quién sabe si se consiguen de esas en el recóndito lugar fuera del globo terráqueo donde estés dejando que las horas en silencio te engullan la vida).
Ya no uso las mismas palabras que en su momento solías usar, dejándome influenciar por todo eso que te disgustaba.
Ya no me creo merecedora del suplicio chino al llegar a las citas con 5 minutos de retraso.
Ya no escucho la música que solías escuchar, y es más, me maquino constantemente para afirmar que era todo una gran terrajada.
Ya no pido que mejor me cocinen un pancho cada vez que se cena papas al horno.
Ya dejé de sentir el fin del mundo aproximarse cada vez que me pinto los labios, y no sólo cada vez que me pinto los labios, sino cada vez que me pinto los labios de rojo.
Ya no me inunda ese falso interés por la búsqueda de la estética que incite a la gente a empalar a uno en la plaza para quemarle.
Cabe realmente destacar estas y otras tantas actitudes a pesar de las cuales, sigo sin poder vender de una puta vez los derechos de mis pensamientos a alguna compañía under que me permita mover en el mundo exterior como una tipa independiente.
Dites-moi s'il vous plaît comment je suis venu à tomber si bas.
Al menos nos cruzamos en la Blogosfera? :P
ResponderEliminarY sí, me sigue encantando como escribís XD
Maldita perra ¬¬